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martes, 16 de septiembre de 2008

La ética como protagonista del cambio educativo

SESIÓN 15
Reflexión personal: Este trabajo representa el nivel de logro alcanzado en relación a las competencias sobre: estudio independiente, pensamiento crítico, comunicación escrita y producciones de textos, así como del uso de la tecnología propuestas para el Módulo Propedéutico de la MCyTE.
El primer tramo del recorrido muestra un avance significativo si regreso a observar el primer ejercicio de elaboración de un ensayo y lo comparo con el presente trabajo, si regreso en cada actividad realizada y analizo sus resultados, hoy con una mirada diferente a la del inicio del recorrido.
El camino hasta ahora se matiza con subidas y bajadas, certidumbre e incertidumbre, diálogo interior y diálogo con otros, acuerdos y desacuerdos, soledad y compañía, frustración y emoción, todo ello consolida lo que hoy reconozco haber aprendido, pero, significa al mismo tiempo, el punto de partida para la nueva aventura en este interminable y placentero APRENDER A APRENDER.
Junio 08

LA ÉTICA DOCENTE COMO PROTAGONISTA DEL CAMBIO EDUCATIVO

Mejorar la calidad educativa en el nivel preescolar implica un fuerte compromiso ético de los docentes para responder a las necesidades educativas actuales, son ellos los que dan vida al acto educativo y quienes se consolidan como agentes de cambio que tocarán la vida de cada uno de sus alumnos por lo que el compromiso con la formación de las nuevas generaciones de ciudadanos es su tarea más importante. ¿Pero es esto parte de un discurso político o una realidad probable y tangible?

Haciendo un poco de historia
Una frase recurrente en la política educativa de México por lo menos en los últimos quince años, es ‘elevar la calidad de la educación’, la cual refleja no sólo una intención legítima sino además una necesidad urgente que desafortunadamente no ha trascendido en la realidad o en los hechos y se ha mantenido únicamente a nivel del discurso político y de las buenas intenciones.

En la búsqueda de estrategias y acciones que mejoren las condiciones y la calidad de la educación en México, se ha optado por la implementación de Reformas en los diversos niveles educativos. Sin embargo, hasta ahora los resultados en cuanto a la implementación curricular no han sido los esperados, es decir, las prácticas docentes siguen siendo tradicionalistas y no responden a las necesidades educativas actuales de nuestros niños.

Cuidar los procesos de reforma significa destinar una importante cantidad de recursos económicos a la educación, al respecto Andere (2006) señala que éstos cambios han llevado a los países que enfrentan procesos similares a destinar entre el 5.5% y el 7% del PIB, inclusive el “gasto en educación sobre gasto público total oscila en torno al 12% y no es raro ver tasas de 20% o mas, como en el caso de México”.

Podría pensarse que un esfuerzo de esta magnitud garantizaría en sí mismo el éxito de la reforma, sin embargo, existe una realidad mucho más complicada para los docentes, no sólo el gasto destinado a la educación no es tangible para la escuela, es decir, las condiciones de infraestructura y de materiales tienen aún serias carencias.

En el caso específico de preescolar, a partir del 2004 no sólo entra en vigor la obligatoriedad del nivel sino que además, se presenta el nuevo Programa de Educación Preescolar y con él se establecen una serie de estrategias de formación y actualización profesional que demuestran un enorme esfuerzo humano, material y económico para brindar al personal de las escuelas, los recursos necesarios que le permitan “hacer suya” la propuesta curricular y lograr el tan anhelado y necesario cambio en el hacer cotidiano de los docentes.

En este escenario los docentes deben dar vida a una nueva propuesta curricular que centra sus esfuerzos en el reconocimiento de las capacidades de los niños, en el aprovechamiento y respeto de la diversidad económica, social y cultural de los pequeños con el propósito de potencializar sus aprendizajes y desarrollar competencias que se han considerado clave o indispensables para su formación integral y para continuar desarrollándolas a lo largo de su escolaridad en los diferentes niveles. Este planteamiento por supuesto tiene serias implicaciones para su aplicación en el trabajo cotidiano del aula, la primera tiene que ver con la atención individualizada de los alumnos.

De acuerdo a las estadísticas de la cobertura en el Estado de México, se puede identificar que el número de alumnos promedio por grupo a partir del 2004 al iniciar el proceso de reforma curricular, es de aproximadamente 30 alumnos como se ilustra en la siguiente tabla.

Ciclo escolar Alumnos inscritos Docentes Aprox. Alumnos por grupo
2004-2005 143,016 4,720 30
2005-2006 146,071 4,914 30
No existen de manera oficial datos de los dos últimos ciclos escolares a nivel estatal, sin embargo, podemos decir que la tendencia se mantiene puesto que el estado se divide organizativamente en dos Valles, el de Toluca y el de México, éste último atiende el 60% del total de niños inscritos, así es que tomando en cuenta los datos que dan continuidad al cuadro anterior, se puede observar dicha consistencia a pesar del incremento que se ha dado en la planta docente.

Ciclo escolar Alumnos inscritos Docentes Aprox. Alumnos por grupo
2006-2007 81,875 2,538 32
2007-2008 85,828 2,714 31

En los números el panorama parece alentador pues el docente aparentemente cuenta con grupos de 30 a 32 alumnos a los que podría atender en sus diferencias individuales, nuevamente la realidad nos da información diferente por la presencia de algunas variables importantes entre las que se encuentran por ejemplo, comunidades de gran demanda en las que los grupos tienen una inscripción de mas de 40 alumnos por grupo, la integración de niños especiales en los que el máximo de alumnos permitido es de 25, entre otras.

Sin embargo aún bajo estas condiciones, quienes hacen realidad los cambios en la educación son los docentes comprometidos con su profesión y que muestran un alto sentido ético en su práctica cotidiana, son ellos quienes a pesar de las condiciones materiales o frente a grupos numerosos realmente logran darle vida a los contenidos curriculares, son efectivamente quienes tienen en sus manos la posibilidad de elevar la calidad de la educación.

Por decreto ninguna Reforma educativa logrará el cambio, es sustantivo centrar los esfuerzos en la reconfiguración de un nuevo perfil docente, en la autoevaluación y compromiso con los procesos de formación que se impulsan en cada aula, en la consideración de los profesores como protagonistas y modelos en la vida de sus alumnos.

El compromiso ético
Para hacer realidad el mejoramiento en la calidad de la educación es necesaria la participación activa de los docentes, específicamente, en la transformación de la practica educativa abandonando los esquemas tradicionales de educación en los que la participación de los niños era pasiva para dar paso a una forma de intervención innovadora, retadora y en la que la participación de los niños sea activa para que efectivamente el proceso de enseñanza-aprendizaje brinde a los alumnos las herramientas adecuadas que les permitan integrarse a un mundo en constante cambio, considerando como parte fundamental a los conocimientos, las habilidades y los valores, que vistos desde el programa de educación preescolar vigente hacen referencia precisamente al desarrollo de las competencias de los niños.

El planteamiento se sustenta en una serie de propósitos fundamentales que incluye la apropiación de “valores y principios necesarios para la vida en comunidad” (PEP2004) basados en “el respeto a los derechos de los demás” (PEP2004), en este sentido, se plantea la necesidad de ayudar a los niños en el desarrollo de su identidad personal y social a partir de la exploración en sí mismos de sus cualidades, capacidades, tradiciones y cultura, paralelamente irán conociendo y valorando a los otros con los que conviven día a día y mejorarán sus relaciones interpersonales, comprenderán y respetarán semejanzas y diferencias entre ellos, se responsabilizarán en la misma medida del trabajo individual y colaborativo, desarrollarán su autonomía; explorarán el mundo natural, social y artístico para entenderlo y crear consciencia de la forma en que se incide en este, buscando la generación de una consciencia social de mejora continua, entre otros.

Los planteamientos de éste u otros programas pueden ser adecuados a la realidad actual o no y sin embargo, quien le da vida a los contenidos y logra ser sensible de las condiciones culturales, de las necesidades de los niños y de cómo incide no sólo con su trabajo sino con sus actitudes en el desarrollo de sus alumnos, es precisamente el docente, es por esto que el planteamiento que deseo compartir es precisamente mi convicción de que para lograr la transformación de la práctica educativa debemos reflexionar sobre la ética profesional que nos determina en el ser y hacer en el aula.

Entiendo la ética del educador como un conjunto de principios que determinan nuestras formas de comportamiento, la forma en como asumimos nuestras obligaciones profesionales y la forma en como nos relacionamos con los otros, especialmente con los alumnos. Complemento el concepto recuperando el planteamiento de Visca (2007) que habla sobre la consciencia ética como “la capacidad de razonamiento sobre las propias acciones que implican valores y que inciden en los demás”, lo que agrega un elemento de autoevaluación sobre el ser y hacer a partir de identificar de que manera se incide en el comportamiento de los otros cuya formación escolar es nuestra responsabilidad.

Tomando en cuenta el planteamiento anterior es que puedo asegurar que el comportamiento ético de cualquier docente facilitará o imposibilitará el éxito con que los niños asumen el sentido, la importancia y las ventajas de involucrarse activamente en el desarrollo de sus conocimientos, en la forma en que lograrán aprender a aprender asumiéndolo como una condición de vida que les permitirá avanzar en la comprensión del mundo que les rodea.

Un docente comprometido que asume sus obligaciones con ética, es un docente que se cuestiona sistemáticamente si su comportamiento ético enseña valores, manteniendo un comportamiento coherente y congruente entre el discurso, el hacer y el ser.

La forma en la que el docente vive su ética profesional le permite establecer relaciones y vínculos con sus alumnos en los que éstos aprenden no sólo por lo que ponen en práctica, sino al mismo tiempo por la observación y valoración que hacen sobre el comportamiento de sus profesores, es por ello importante considerar como señala Castellano (2000) que “la ética del educador trasciende el acto educativo y esta característica es parte indisoluble de la profesión”.

Asumir que nuestra ética profesional determina nuestro comportamiento y de alguna manera la forma en como los demás nos perciben me lleva a otra reflexión que por lo menos yo no puedo separar y que es precisamente la posibilidad de mejorar las condiciones en que se asumen los valores no solo al interior de las aulas sino en la sociedad en cualquier ámbito, es decir, los adultos de hoy somos quienes establecemos las ‘reglas del juego’, la tan sonada ‘perdida de valores’ no es responsabilidad de otros, es nuestra propia responsabilidad, somos precisamente nosotros quienes podemos hacer una trasformación en la recuperación o en la jerarquización de los valores que requiere mejorar nuestro presente.

En otras palabras, es necesario tomar consciencia de que “la crisis de valores, es nuestra propia crisis” (Visca, 2007) y dejar de lado las ideas que señalan como responsables de la perdida de valores a las generaciones jóvenes, sin asumir que la educación es promotora de éstos, los actores educativos consolidamos los valores culturales en que fueron formadas dichas generaciones.

Recuperando las ideas anteriores puedo decir que es importante la coherencia entre el discurso y los actos de los profesores, es decir vivir efectivamente lo que se profesa, tomar consciencia de que somos modelos o ejemplos para los alumnos y autoevaluar nuestros actos a partir de observar los resultados, el comportamiento y las actitudes de nuestros alumnos.

Al respecto Visca menciona:
“…me parece fundamental recuperar y reconocer de manera consciente la influencia del desempeño ético de los profesores para conformar nuevas generaciones con altos valores sociales y personales que ayuden en el mejoramiento del mundo que hoy les ha tocado vivir”,

He venido planteando que la clave del éxito por lo menos de la reforma curricular en el preescolar esta en manos de los docentes, especialmente de aquellos que asumen su ética profesional con un alto sentido de responsabilidad personal y social, por ello es grato encontrar docentes cuyo desempeño sirve de ejemplo para sustentar las ideas planteadas hasta ahora y que me permito compartir a continuación.

Durante una jornada de trabajo observada (en un grupo de 35 alumnos), la maestra se torno relajada y confiada del desempeño de sus alumnos, al mismo tiempo debían tomar unos libros para etiquetarlos y poderlos clasificar, lo que supondría desorden y aventones, pero por el contrario, los niños esperaron su turno seguros de alcanzar material, se notaban dueños del espacio, de la tarea asignada y por supuesto en un ambiente de cordialidad en que las relaciones interpersonales son muy importantes pues en un momento posterior se apoyaron entre sí para resolver algunas dudas o desacuerdos, de vez en cuando acudían a solicitar apoyo de la maestra pero como una segunda opción. Casi para finalizar la actividad me percate de que realizaron propuestas para organizar el material y la maestra no tomo la decisión sino pidió se solicitara la opinión del grupo. Al dialogar con la maestra pude darme cuenta de que se considera promotora de valores pues los identifica en los niños y menciona que ella también los presenta.

Para mi este es un claro ejemplo de que asumir un compromiso ético por parte de los docentes hará posible no sólo elevar la calidad de la educación sino la experiencia formativa de los niños preescolares sin perder de vista que no es una opción sino una necesidad el brindar a los niños experiencias y espacios de aprendizaje en los que puedan apropiarse de los valores, los principios y las condiciones para mejorar su vida en comunidad, partiendo del conocimiento personal y social como actores que no sólo se determinan por el entorno cultural sino con la capacidad suficiente para mejorarlo al incidir en él y relacionarse con otros.

Referencias bibliográficas y hemerográficas de apoyo para desarrollar el ensayo
(No olvide citar con base en APA (American Psychological Association):

Andere, E. (2006). México sigue en riesgo: el monumental reto de la educación. México. Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.

Castellano, H .M. (2000) Ética, prejuicios y educación. Revista digital de educación y nuevas tecnologías Contexto Educativo, No.6. Recuperado el 03 de mayo de 2008 http://contexto-educativo.com.ar/2000/4/nota-0.htm

Departamento de Educación Preescolar en el Valle de México. Estadística 911 por sector, ciclos escolares 2006-2007 y 2007-2008. Recuperado el 6 de junio de 2008. http://www.paginasprodigy.com/preescolarvm/estxsec1.htm

Gobierno del Estado de México. Secretaria de Educación. (s.f.) Secretaria de educación en cifras 1992-1993/ 2005-2006. Recuperado el 6 de junio de 2008. http://transparencia.edomex.gob.mx/se/informacion/informe%20de%20actividades/en%20cifras/7%20preescolar.pdf

Visca, C. (2007). La educación en valores. Entre la teoría y la práctica. Publicaciones del CEIEC, Centro de Estudios Iberoamericanos para la educación y la cultura. Recuperado el 22 de mayo del 2008 de http://www.ceiec.edu.ar/pdfs/7.pdf

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